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Un cuadrito de diez pesos
Este cuento de mi exclusiva propiedad, se lo dedico a
Macarena Hija de Lourdes; que es tan bonita como su nombre.
En una aldea muy lejana, había una persona de bastante
edad con una Hija de 19 años era dueño
de grandes extenciones de tierra, una colección de antigüedades, una gran
colección de cuadros de afoamados pintores. Se regosijaban mirando su
hermosa colección de pinturas.
Estallo la guerra y la jovencita se inscribió como
enfermera voluntaria, la ubicaron en una sala del hospital donde estaban los
incurables, heridos en el frente de la batalla. A ella le toco un grupo a los
que nadie quería curar, por miedo a los contajios; después de curar a todos, le
didicaba mas tiempo a uno, por la gravedad y el mal estar de las heridas; asi
paso el tiempo y ella por un contajio de otras personas, su salud comenzó a
deteriorarse. Finalmente la perseverancia de sus curas, dieron buen resultado,
el joven comenzó a curarse cada dia progresaba mas, en cambio ella se
deterioraba cada vez mas. Finalmente, a raíz del contajio falleció, asi paso el
tiempo; pasaron algunos años y el padre
seguía con sus colecciones. Un buen dia aparece un joven con paquete y le dice al padre hoy yo estoy aca, porque su hija me salvo la
vida; le agradecería que usted acepte este obsequio, en el esta la pintura de
su hija, la cual fui haciéndola, mientras terminaba de curarme. El viejito tomo
el paquete rompiendo el papel, al ver a su hija que estaba tan natural se largo
a llorar. Le dio las gracias al joven, y el muchacho se retiro. Nuevamente
pasaron los años y el anciano se sentía muy enfermo por lo tanto decidió vender
sus colecciones, llamo al escribano y a un rematador, por expresas
instrucciones; el dia del remate llego mucha gente, porque tenían interés en las
grandes pinturas, el rematador saco a la venta como primer medida el retrato de
su hija, hubo grandes resongos porque la gente no estaba interesada en ese cuadro; la gente quería
comprar los cuadros de grandes pintores, por ese cuadro no había ofertas hasta
que un anciano jardinero de la casa, junto lo poco que tenia y reunió diez
pesos, hizo la oferta y el rematador decía a la una, a las dos y a las tres ¡quien oferta mas, hay como base de diez pesos! , como nadie ofertaba mas; el
rematador dijo a la una, a las dos y a las tres vendido diez pesos al señor. En
ese momento se escuchaban grandes resongos, pues la gente quería seguir con la
subasta.Al instante entro el escribano y anuncio “señores se cerro la subasta” y por disposición del dueño de la
casa, quien alla comprado el cuadro de mi hija será el dueño de todos mis
bienes, la colección de pinturas, la colección de antigüedades y todas mis
propiedades.
Fin.
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